Querida familia, hay tres cosas en la vida que se van y no regresan jamás: Las palabras, el tiempo y las oportunidades. Lo que recibimos en retorno, depende de nosotros. Seamos racionales con cada una de ellas!
Dar palabras de consuelo y ánimo a quien lo necesita, no son solo aliento para quien las recabe; también son motivo de satisfacción para quien las emite… no pocas veces, se recuerdan y agradecen, muchos años después de haberlas dicho.
Oración:
Señor Jesús, gracias porque te hiciste hombre y viniste al mundo para curar nuestras dolencias y sanar nuestras almas. Alivia nuestras enfermedades, las de nuestros familiares y amigos. Te ofrecemos esta meditación por todos aquellos que sufren, especialmente por los que no te conocen o no creen en tu poder sanador. Dios mío, aumenta nuestra fe para que Tú puedas entrar en nuestros corazones y curarnos de todas las enfermedades.
Amén.
Abramos nuestros corazones a la gracia de Dios. Su amor es una fuente siempre presente de reposo -el regalo de la gracia divina. Si oramos por la solución de una situación, para uno mismo o algún ser querido, afirmamos la verdad: la gracia de Dios nos asegura que cada necesidad es satisfecha. Al permanecer conectados a Dios mediante la oración y meditación, cobramos conciencia de su gracia. A medida que pedimos guía, confiamos en soluciones felices y saludables. Feliz día.
Dios nos ampare, bendiga y favorezca, infinitamente, siempre.