Querida familia, pidámosle a DIOS y oremos, solicitando bendiciones para aquellos que nos hacen daño. Derrotemos el mal a fuerza de hacer el bien, pues al igual que la oscuridad, no se acaba con más oscuridad... solo la luz puede hacerlo.
La oración es bálsamo. No es una varita mágica, sino una herramienta; la más poderosa que existe, para todos los problemas y vicisitudes que confrontemos; también para dar gracias por todos los favores y bendiciones recibidas.
Oración:
Gracias, SEÑOR, por tu amor y el prodigio que me das, en este momento, al invitarme a dialogar contigo en esta meditación. Confío en ti, SEÑOR y humildemente pongo mi mente, mi corazón y mi vida, en tus manos. Amén.
Oh Dios, eres mi infalible, constante y poderoso aliado. Al orar y meditar, centro mi atención en todo lo que soy contigo, mi Dios, a mi lado. Comienzo por concentrarme en la respiración, observar lo que ocurre en mi cuerpo y controlar mis emociones, para luego, ir más profundamente hacia el silencio, remontar lo físico y experimentar mi unidad con nuestro CREADOR. Esto me hace consciente, atento y receptivo a la plena expresión de Dios en mi vida. Feliz día.
Dios ampare, bendiga y favorezca por siempre, a todos y cada uno de nosotros, miembros de esta gran familia.